martes, 26 de noviembre de 2013

Reseña: All (Your) Yesterdays

Dos días es lo que tardé en leerme "All Yesterdays: Unique and Speculative Views of Dinosaurs and Other Prehistoric Animals". Dos días, y a poquitos, porque intenté racionar, ya que es un libro que en realidad puedes devorar perfectamente en una tarde.


All Yesterdays, publicado a finales de 2012 por Irregular Books, es un libro de Darren Naish, C. M. Kosemen, John Conway y Scott Hartman. Como su propio subtítulo indica, es un libro de ilustraciones especulativas de dinosaurios y otros animales prehistóricos. A las ilustraciones de Conway y Kosemen se unen las reconstrucciones esqueléticas de Hartman, que ayudan a tener una imagen clara de los huesos que hay debajo de los extraños organismos representados.

Parasaurolophus gordetes, por John Conway.

En su momento All Yesterdays cosechó un montón de buenas críticas e incluso se llevó algún que otro premio, y en mi opinión todo ello es más que merecido. Es un libro increíblemente visual, con montones de ilustraciones magníficas y unas cuantas buenas ideas. Algunas de las representaciones de dinosaurios que vemos realmente tienen poco de especulativo: son más bien una visión muy muy actualizada de dichos animales, con las que la gente puede no estar familiarizada aún (microrraptores de color negro viviendo en los árboles, construyendo nidos como los pájaros, por ejemplo, o Triceratops con una gran cantidad de proyecciones tegumentarias por su cuerpo). Algunas otras sí resultan más especulativas, aunque sin entrar en el campo de la fantasía, como pueden ser singulares estructuras anatómicas o patrones etológicos curiosos (cripsis, sexo interespecífico, actividades de juego... etc). 

Algunas de las imágenes de All Yesterdays pueden encontrarse fácilmente en la red, en las galerías de los artistas. Un ejemplo es esta ilustración de John Conway de un alosaurio y un camptosaurio en actitud pacífica y curiosa. Para ver otras, como la de un ciempiés cazando a un Anurognathus, o un camarasaurio jugando en el barro, tendréis que comprar el libro.

Sin embargo, el punto realmente gordo e inesperado de All Yesterdays es la segunda parte del libro, titulada "All Todays". En ella, los autores intentan ponerse en la piel de paleontólogos del futuro (quién sabe si extraterrestres o alguna especie inteligente por evolucionar) e intentan reconstruir a unos cuantos animales de la actualidad a partir de sus esqueletos. Los resultados obtenidos son sorprendentes, y realmente sirven para hacernos una idea de los errores que se han cometido en el pasado a la hora de reconstruir dinosaurios, y los que podemos estar cometiendo aún hoy en día. Basándose en sus osamentas, por ejemplo, representan a hipopótamos, gatos y monos-araña como eficientes cazadores. Creo que es esta parte del libro la que realmente cala y llega a hacer que te plantees lo poco que sabemos todavía.

Un par de cisnes con sus largas extremidades anteriores, similares a guadañas, las cuales debían de usar para capturar pequeñas presas. Aquí, uno de ellos ha capturado a un renacuajo, uno de los misteriosos peces del pasado (por C. M. Kosemen).

¿Alguna pega? Bueno, para mí sí (y según tengo entendido, para otra gente es la misma): ¡resulta muy corto! Obviamente, no es un inconveniente gordo del libro, puesto que significa que se disfruta mucho y se lee en un suspiro... ¡pero no habrían estado de más algunas ilustraciones extra, eso seguro! Si tú también has tenido esa sensación, entonces "All Your Yesterdays" es el remedio adecuado, ¡la solución a tus problemas!


All Your Yesterdays es una buena continuación para All Yesterdays, y además resulta significativamente más extenso, con un mayor número de ilustraciones de varios artistas (incluyendo de nuevo un par de John Conway). Aunque esta segunda parte parece que también ha gustado, en general han surgido algunas críticas: principalmente, la diferencia existente entre los trabajos de unos artistas y otros, tanto en calidad como en las ideas representadas. Respecto a este último aspecto, se critica un exceso de actualismo para animales primitivos en algunas imágenes, así como algunas pinturas más fantasiosas o intencionadamente erróneas (nada que no se pudiera solucionar con un apartado propio en mi opinión, la verdad). Y tal y como yo lo veo, la diversidad de estilos y calidad es lo que le da precisamente a All Your Yesterdays su encanto, el poder ver tantas y tantas ilustraciones que plasman ideas originales, cada una visualmente reconocible. Y además es gratis, ¿quién necesita más? :P

El troodóntido Jinfengopteryx elegans, utilizando una rama como herramienta para capturar insectos (por H. Esdaile).

En resumen: un par de libros realmente recomendables, muy muy entretenidos y amenos, y muy potentes a nivel visual, lo que es su gran acierto. All Yesterdays además hace que te pares a pensar y plantearte ciertas cosas sobre lo que sabemos realmente y lo que creemos saber sobre dinosaurios; es también más homogéneo, y por tanto el resultado es más redondo que en All Your Yesterdays. Sin embargo, este último también me parece un trabajo muy a tener en cuenta. ¡Os aconsejo que os hagáis con los dos en cuanto podáis!

Un poquito de intimidad para este Stegosaurus y este Haplocanthosaurus, por favor (por C. M. Kosemen).

lunes, 18 de noviembre de 2013

Plumas: ¿dónde paramos? (y IV)

Aquí estamos, ya tocaba llegar al final de esta serie de entradas sobre plumas y dinosaurios. Pero, antes de nada, espero que hayáis leído la primera, segunda y tercera entrega. Si no es así, ¿a qué esperáis?

Si hacéis un poco de memoria, recordaréis que os habíamos dejado al final de la entrega anterior con una pregunta: asumiendo que las plumas aparecen en la base de Dinosauria, ¿tenían plumas todos los dinosaurios?


Daspletosaurus torosus, un tiranosáurido, representado con plumaje (por Vladimir Nikolov).

La respuesta es muy probablemente SÍ. De hecho, nos viene al pelo una entrada publicada hace un par de meses en el blog DinoGoss, en la que se recopilaba información sobre escamas en aves, dinosaurios, cocodrilos y otros animales. ¿Y qué sacamos en claro? Que las escamas presentes en dinosaurios (al menos aquellas que han fosilizado), las conocidas como "escamas tuberculadas" o "retícula", poco tienen que ver con las escamas de escamosos o incluso cocodrilos. De hecho, se cree probable que estas escamas tuberculadas sean plumas modificadas, cuyo desarrollo se detiene en fases muy tempranas (podéis leer mucho más aquí).

Porque, si tenemos un amplio registro de plumas en dinosaurios, tampoco se puede menospreciar el registro de pieles escamosas dinosaurianas fosilizadas. Hay numerosos ejemplos de escamas fosilizadas en ceratopsios, estegosaurios, saurópodos, ornitópodos  y terópodos. A lo que hay que sumarle los numerosos ejemplos de osteodermos, que tampoco son pocos. Desde luego, tampoco faltaban los dinosaurios escamosos, por mucho que estas escamas sean plumas modificadas (los osteodermos son otra historia). Incluso en dinosaurios con plumas o protoplumas preservadas hay también registro de escamas (como en el caso de Psittacosaurus).

Pieles escamosas fosilizadas de varios dinosaurios: Carnotaurus (arriba a la izquierda), Saurolophus (arriba a la derecha), saurópodo (abajo a la izquierda) y Triceratops (abajo a la derecha).

Este pequeño rodeo hablando sobre escamas nos lleva de nuevo a la pregunta inicial. ¿Tenían plumas todos los dinosaurios? Sí, pero hay que matizar. Muchos dinosaurios no tendrían más plumas que pelos tiene un elefante, un armadillo o un hipopótamo. Por lo que sabemos del registro fósil, los grandes ornitópodos eran animales escamosos, así como los saurópodos, los tireóforos y los ceratosaurios: posiblemente pequeñas plumitas semejantes a pelos surgieran en algunas zonas de su cuerpo, pero no parece que fuera más allá. Los ceratopsios, aunque mayoritariamente escamosos, tendrían en el dorso o la cola una serie de filamentos o pseudo-púas.

A día de hoy, así es como se cree que lucía Triceratops. En los restos de pieles fosilizadas de este dinosaurio hay una serie de estructuras que parecen nódulos de inserción de filamentos o pseudo-púas, similares a las de su pariente Psittacosaurus. Imagen de Vlad Konstantinov.

A la vista de estas evidencias, cualquiera diría que igual de malo que quedarse corto es pasarse. Bueno, pues eso ya depende mucho de gustos e interpretaciones personales. Cualquier paleontólogo del mundo se llevaría las manos a la cabeza ante la imagen de un Velociraptor reptiliano, pero.. ¿y ante un estegosaurio emplumado? Aquí debajo tenéis tres imágenes de tres estegosáuridos de distintos artistas: Stegosaurus, Chungkingosaurus y Miragaia. En la primera ilustración el animal no tiene más que un mechón plumífero en la cola, pero el resto del cuerpo es escamoso; en la segunda, algunas protoplumas y pseudo-púas se distribuyen por el cuerpo. En la tercera, todo el dorso del animal está cubierto por filamentos de protoplumas sencillas, que, junto a los osteodermos, le hacen parecer un auténtico puercoespín. Son tres ejemplos de cómo interpretar los restos de unos animales que, por el momento, solo han preservado escamas, pero que están englobados en un gran grupo de animales con plumas (hay por ahí alguna ilustración más de un estegosaurio plenamente emplumado, pero no he sido capaz de encontrarla).

Stegosaurus de Mark Witton (izquierda), Chungkingosaurus de Joschua Knuppe (centro) y Miragaia de Chris Masna (derecha).

¿Más ejemplos? Pasemos a los ceratosaurios, concretamente a los abelisáuridos. Estos terópodos, de extrañas proporciones (cabezas grandes, brazos muy pequeños) se encuentran separados filogenéticamente de los demás terópodos, de los que tenemos un buen registro de plumas. Como hemos comentado anteriormente, hay un amplio registro de parches de escamas en estos animales (y Ceratosaurus, aunque no es un abelisaurio, además tiene osteodermos). Cualquiera lo diría echando un ojo a las dos ilustraciones de abajo, ¿verdad? Son reconstrucciones justificadas en la dificultad que tienen las plumas para preservarse y en el hecho de que, como ya hemos comentado previamente, es bastante probable que los primeros terópodos (y los primeros dinosaurios) estuvieran emplumados. Los osteodermos aparecen igualmente en el dibujo y los parches de piel escamosa están presentes, en efecto, como parches aislados. ¿Y quién puede afirmar con total seguridad que no era así?

Majungasaurus, de Melnik Vitaly (izquierda) y Carnotaurus, de Damir G. Martin (derecha).

Vamos con una última. Ya habéis visto arriba la reconstrucción de Triceratops; esa, por lo general, es la tendencia imperante a la hora de reconstruir ceratopsios: animales escamosos con protoplumas en el dorso (la cantidad y tamaño de las mismas depende de cada artista). Y sin embargo, el paleontólogo e ilustrador Mark Witton nos ofrece esta pareja de Pachyrhinosaurus con aspecto de buey almizclero. A temperaturas más frías, más pelo, tal y como ocurre con los elefantes actuales y los mamuts. O, en este caso, a temperaturas más frías, más plumas. Y es que parece que Pachyrhinosaurus tenía que soportar de vez en cuando frías temperaturas. Algo parecido ocurre con el tiranosauroideo Yutyrannus: debido al ambiente en el que vivía, no especialmente cálido, poseía un grueso plumaje que quizás no estuviera presente en ciertos tiranosáuridos (la reconstrucción de Daspletosaurus del comienzo de la entrada es, desde mi punto de vista, un ejemplo bastante acertado de la presencia de plumas y escamas en un mismo animal -existe también registro de escamas en tiranosaurios-).


Quizás os haya parecido que esta última entrega sobre plumas es más caótica que las anteriores, saltando de un lado a otro y sin seguir un hilo conductor claro. Mi intención no era más que aportar algunos datos más, y ofrecer algunas pinceladas sobre ciertos temas controvertidos a día de hoy. Parece que todos tenemos bastante claro del aspecto de los dinosaurios emplumados, pero en aquellos que preservan escamas la discusión sigue abierta, y cada uno tiene su propia opinión. Yo, por ejemplo, soy relativamente conservador, y me cuesta imaginarme a anquilosaurios, saurópodos y grandes hadrosaurios (entre otros) cubiertos de grandes plumajes. Otros, por supuesto, lo verán de otra manera. Así que si os interesa debatir sobre el tema, ¡este es el momento!

A modo de conclusión, no parece descabellado afirmar que las plumas aparecieron, como poco, en la base de Dinosauria y, mientras que algunos grupos las mantuvieron y las desarrollaron hasta alcanzar la enorme complejidad y diversidad de las plumas de las aves actuales, otros las perdieron casi en su totalidad durante su historia evolutiva. La aparición de nuevos fósiles y nuevas técnicas podrá arrojar cierta luz sobre algunos aspectos todavía oscuros, mientras que habrá ciertas cosas que desgraciadamente nunca podremos saber.

Desde luego, el descubrimiento de que muchos dinosaurios (sí, sí, dinosaurios no avianos, pongámonos estrictos) tenían plumas no hace sino aumentar el interés por estos animales y ayuda a enmarcarlos mucho mejor dentro de la historia evolutiva de la vida, consiguiendo que los veamos como animales más reales y cercanos, y no como extraños monstruos de fantasía.

Gracias a las plumas, la visión que tenemos de los dinosaurios sigue cambiando, y perpetúa en el tiempo el espíritu de la Dinosaur Renaissance

miércoles, 13 de noviembre de 2013

¡Cómo se las gasta este rey!

Lythronax argestes, o "el rey de la sangre", es el dinosaurio de la semana. Si hace bien poquito nos sorprendíamos con los nuevos restos de Deinocheirus, ahora es el turno de los tiranosáuridos. Grupo que, visto lo visto, atrae los nombres truculentos (Tyrannosaurus signfica "lagarto tirano", y Teratophoneus -del que también se han publicado nuevos restos- "asesino monstruoso"). Una de las características principales de este nuevo dinosaurio es que, atendiendo a la estratigrafía, es el tiranosáurido más antiguo que se conoce (80 millones de años).

Pero no nos engañemos. A este carnívoro de 8 metros de longitud nos lo han vendido tan bien por su nombre. Qué nombre. Rey de la sangre, rey del gore. Lo que no sabían los paleontólogos es que ya existe un malvado rey que disfruta con la sangre, la violencia y el sufrimiento. Todo un carnicero, oiga. Un joven y rubio rey conocido aquí y en los Siete Reinos. San Saurio te libre de cruzarte en el camino de Joffrey Baratheon, rey de Poniente en la saga "Canción de Hielo y Fuego" y su versión televisiva, "Juego de Tronos". No quiero ni imaginarme el resultado de juntar a este pequeño monstruo con el gran monstruo Lythronax. O quizás sí...


Venga, todos a una: ¡frikiiiiiiiii!

lunes, 4 de noviembre de 2013

Vaya bicho se nos viene encima...

La semana pasada tuvo lugar en Los Ángeles el 73º Encuentro de la Sociedad de Paleontología de Vertebrados (aquí su web), en el que, por cierto, estuvo nuestra compañera Elena (un saludete desde aquí, maja!). Aunque ninguno de nosotros dos pudimos estar allí (y menuda rabia, a ver si el año que viene sí que cae el de Berlín), gracias a la blogosfera nos han ido llegando algunas cosas de las que se han estado cociendo por allí. Y ha habido un tema que ha corrido como la pólvora por los sitios webs especializados: la descripción de nuevos restos de Deinocheirus

El fósil original de Deinocheirus (imagen tomada de Wikipedia).

Los primeros (y hasta hace poquito, los únicos) restos de Deinocheirus mirificus fueron encontrados en los 60 en Mongolia, y resultaban muy enigmáticos: más allá de algunos huesos sueltos, todo el ejemplar estaba representado únicamente por dos gigantescas extremidades anteriores (las de la foto que tenéis encima). Fue clasificado como un ornitomimosaurio, pero sin poder saber nada más sobre él: el aspecto del resto del cuerpo, su modo de vida y alimentación... nada de nada. Pero ahora, en el Encuentro de la SVP se han presentado los restos de dos nuevos individuos de Deinocheirus que permiten hacernos una idea mucho más clara de cómo era este animal... y es la prueba de que el mundo de la paleontología no deja nunca de sorprendernos. Efectivamente, parece que Deinocheirus era un ornitomimosaurio basal de gran tamaño (5 metros de altura y 11 de longitud), y los gastrolitos asociados a los fósiles podrían indicar que era herbívoro. Pero, además, sería un animal mucho más robusto que otros ornitomimosaurios y, todavía más sorprendente, con altas espinas neurales en las vértebras dorsales distales. Es decir, tenía una pequeña joroba o vela en el dorso.. ¿quién habría imaginado algo así?

Aunque estos resultado se hayan presentado a la sociedad en el congreso en Los Ángeles, hay un artículo por venir, imaginamos que con información mucho más detallada y para todo el mundo (con suerte, quizás, también con una reconstrucción chula del bicho). Tocará esperar hasta que se publique pues, pero mientras tanto, os dejamos con algunas ilustraciones que han ido haciendo ya algunos artistas con esta nueva información. 

¡Esperamos que os gusten!